Cuando pensamos en espacios de aprendizaje lo que imaginamos no es un lugar físico concreto. A medida que el mundo se hace más pequeño, hay una creciente urgencia de enseñar a los niños a buscar su identidad y a navegar en las diferencias, no solo con los niños del patio, sino también con los que están al otro lado del planeta. El espacio de aprendizaje se expande cada vez más pero siempre está ligado a una relación sensorial con el espacio físico que nos rodea.
Nuestra tarea como diseñadores de colegios es entender a la perfección las características del ambiente que ayude a desarrollar todas las posibilidades potenciales de aprendizaje en cada contexto social y en cada edad. Los condicionantes culturales, socioeconómicos, tecnológicos, emocionales y ambientales influyen de manera importante en los aprendizajes, pero no olvidemos el enorme poder de influencia de los vínculos personales, el gozo de la apropiación de un conocimiento, el placer en el desarrollo de una habilidad. ¿Queremos que las experiencias más importantes en el aprendizaje estén unidas a entornos ambientales adecuados?
En las últimas décadas, el entorno de trabajo, la ergonomía y los factores pedagógicos han sido desplazados por la logística, los presupuestos y la burocracia infinita de leyes y decretos. Es un impulso natural criar y atender el cuidado de los niños y el pleno desarrollo de sus capacidades, esta tarea debería extenderse a los lugares donde los niños aprenden. Una sociedad que cuida los espacios donde se desarrollan las actividades más sensibles de la actividad humana es una sociedad que se conformará con ciudadanos más libres. Es importante recordar que para algunos niños la escuela es un lugar de pertenencia donde sienten la seguridad y el confort que no sienten en sus barrios y hogares.
El diseño resuelve problemas. Desde el planeamiento urbanístico de las ciudades hasta el diseño de tenedores y microchips. Aislar el diseño a lugares intelectualmente alejados de la vida cotidiana ha dado lugar a verdaderos engendros de espacios urbanos y habitacionales sin identidad. La escuela ha sido uno de ellos, las interminables mesas verdes y aulas repetidas idénticamente en todo el territorio. Las tipologías de aulatorios en esquema de peine, anchos de crujías estandarizados en pasillos que se vacían y se llenan como centros de reclusión, tarimas de obra, aulas mal insonorizadas, deslumbramientos que se resuelven con cartulinas pegadas en las ventanas de las clases. Son patrones de diseño que se perpetúan como si de tradiciones orales se tratara. Introducir el diseño adecuado en los espacios escolares empieza a ser una necesidad si cabe más importante en este momento de reflexión e inflexión en lo educativo. No podemos caer en la tentación de repetir estándares nuevos sin la reflexión y profesionalización adecuada. No me gustaría ver dentro de veinte años escuelas con muebles blandos de colorines, mesas con las ruedas rotas, cristales tapados con cartulinas o vinilos. La transparencia, la flexibilidad, el estudio de simultaneidades, las aulas multitarea, las tecnológicamente adaptadas, la accesibilidad universal, las soluciones acústicas adecuadas. Todas son cuestiones que están sobre la mesa en el proyecto arquitectónico actual, ligado a escuelas que tienen que adaptarse al actual paradigma educativo .
Hacer de este proceso de diseño una oportunidad de futuro, con calidad, individualizando las propuestas a cada contexto, con honestidad y rigor. En esta tarea estamos, queriendo dar valor a lo que más nos importa , la mejor educación de nuestros niños y niñas y los entornos en los que van a formar sus primeros referentes sociales.
No caer en la tentación
LUOKA, Consultoría & Arquitectura
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